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La humedad relativa (%) expresa el grado de saturación del aire a partir de la relación entre la cantidad de vapor de agua contenida en el aire (humedad absoluta) y la máxima cantidad de vapor de agua que el aire sería capaz de contener a esa misma temperatura (humedad de saturación). Su valor, por lo tanto, depende de la temperatura interior del aire y es un claro indicador de la cantidad de vapor de agua presente en el aire interior.
La humedad absoluta (g/m³) es la cantidad de vapor de agua contenido en un determinado volumen de aire.
La humedad relativa ideal para una temperatura normal del interior de un espacio habitado se sitúa entre el 45 y el 50% de humedad, con un margen de valores recomendables entre el 40 y el 60%.
4. Unidad de medida
La humedad relativa del aire interior se expresa como cociente (%) entre la cantidad de agua que el aire realmente contiene a una determinada temperatura y la cantidad que podría contener si estuviera saturado a la misma temperatura.
Las fuentes más comunes de una humedad relativa elevada en un espacio interior se deben a un exceso de vapor de agua contenido en el aire interior, cuyo origen puede estar en:
Durante el proceso de inspirar y espirar, con una humedad ambiental adecuada desde el punto de vista fisiológico de entre un 45 y un 50%, el aire exhalado es capaz de absorber mayor cantidad de vapor de agua que con una humedad relativa más elevada. Y este hecho es beneficioso ya que durante la espiración expelemos sustancias tóxicas resultantes de nuestra propia actividad metabólica.
La humedad relativa debe mantenerse entre el 40 y el 60%. Valores puntual y ligeramente inferiores no deberían ser motivo de alarma. La humedad relativa depende de la temperatura ambiente, por lo que una ligera bajada en este parámetro hará aumentar la HR.
La humedad contenida en el aire modifica en gran medida sus propiedades e influye enormemente en el confort de las personas. Desde el punto de vista fisiológico, en un espacio con elevada humedad atmosférica se respira con mayor dificultad. Aumenta además la proporción de gérmenes patógenos en el aire y existe una mayor probabilidad de proliferación de mohos, con mayor riesgo de desarrollar enfermedades fúngicas y reacciones alérgicas por contacto con esporas y mohos. El aire húmedo produce sensación de fatiga y genera malos olores. Además hay que tener en cuenta un mayor deterioro de los materiales de construcción, un mayor consumo energético y el mayor riesgo de proliferación de mohos.
Por otro lado, los niveles de humedad muy bajos contribuyen a la irritación y sequedad de las mucosas respiratorias y oculares – garganta seca, resfriados, sequedad ocular, molestias cutáneas. Además, hay una mayor proliferación de polvo y microorganismos en suspensión y se favorece la carga electrostática sobre la superficie de paramentos y mobiliario.
Las recomendaciones básicas para mejorar los efectos de una humedad relativa excesivamente alta o baja se basan principalmente en las siguientes recomendaciones: