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La temperatura seca del aire es el parámetro habitual para determinar el confort térmico en el interior de una estancia. Esta indica su nivel de energía calorífica con referencia a un nivel mínimo - 0 absoluto (0ºC = 273,15 K).
El confort térmico en el organismo se mantiene gracias a la homeotermia, que equilibra las ganancias y pérdidas de calor para mantener la temperatura corporal entre los 36 y los 38ºC.
El rango de temperaturas a las que se obtiene un estado de confort que va de los 21 a los 25ºC, siendo, según el RITE (Reglamento de Instalaciones Térmicas), 21-23ºC en invierno y 23-25ºC en verano, aunque dichos valores pueden verse aumentados y/o disminuidos en función del resto de variables que condicionan el confort.
MICA solo establece un rango de valores de riesgo para la temperatura interior en el caso de proyectos de evaluación de la calidad de aire interior, ya que deben evaluarse conjuntamente con otros parámetros como la humedad relativa, principalmente, debido a la variabilidad de los factores que determinan el confort. Estos valores de confort están comprendidos entre 19 - 27ºC.
ºC - Grado Celsius pertenece al sistema internacional de unidades para expresar las unidades de temperatura de uso cotidiano, entendiendo la temperatura como la unidad física que representa el nivel de calor. La escala Celsius utiliza como referencia el punto de fusión del hielo para su valor 0, y el punto de ebullición del agua para su valor 100, siempre a presión atmosférica normal, según la definición inicial del siglo XIX. Desde 1948 se eligió como único punto de referencia el punto triple del agua (0,01ºC) y se define su valor a partir de la unidad de temperatura absoluta, el Kelvin: Tª (ºC) = T (K) - 273,15
El confort térmico viene determinado por la temperatura interior del aire, la temperatura superficial, el tipo de fuente de calor, la humedad relativa y el movimiento del aire, por lo que una temperatura interior baja, elevada o de confort, depende de factores diversos.
Las principales fuentes que condicionan la temperatura interior son la radiación solar directa o indirecta, las fuentes internas como ocupación o equipos, así como los sistemas de calefacción y climatización, el tipo de ventilación utilizado y el sistema constructivo de la envolvente térmica del edificio.
Una temperatura adecuada tiene beneficios directos en el confort y bienestar térmico, implica una adecuada respiración, garantiza el aporte de oxígeno requerido, mantiene un ambiente interior confortable y facilita la capacidad de concentración.
A temperaturas excesivamente bajas, el frío afecta a los músculos más profundos, reduciendo su capacidad y favoreciendo la rigidez articular y la capacidad para el desarrollo de actividades mentales se puede ver reducida.
Por otro lado, las temperaturas interiores elevadas favorecen el crecimiento y la dispersión de bacterias y hongos. Se disminuye la capacidad de concentración y rendimiento, aumenta el ritmo cardíaco y favorece la somnolencia y el malestar.
Para una evaluación del efecto de la temperatura interior es preciso un análisis global de la temperatura, la humedad, el movimiento del aire, la actividad metabólica y la vestimenta para establecer recomendaciones óptimas. De esta manera, y de forma combinada con otros factores como la humedad o la tasa de renovación de aire, tanto la temperatura del aire interior como la de las superficies que envuelven un espacio determinarán la sensación térmica.
Los rangos de temperaturas recomendables en interiores variarán en función del tipo de actividad a realizar, aunque de forma generalizada se recomiendan los siguientes rangos:
Además, se recomienda promover los sistemas de calefacción radiante, que permiten un secado óptimo de los materiales de construcción y, a su vez, permiten una temperatura del aire más baja, con una temperatura superficial más alta, lo que ayuda a garantizar el confort.