Virus y calidad de aire interior: Aprendizajes de una pandemia

March 2021

La pandemia ha traído muchas reflexiones que un/a sociólogo/a analizaría mucho mejor que nosotros, pero en nuestro ámbito de trabajo está claro que ha puesto encima de la mesa la necesidad de revisar el aire que respiramos en nuestros espacios cerrados.

No existe una varita mágica para evaluar y/o predecir la existencia de un virus en un espacio interior, su virulencia y el riesgo de contagio que puede suponer. No obstante, la investigación científica y las recomendaciones de organismos y entidades internacionales en este año de pandemia arrojan evidencias que nos llevan a entender cómo los espacios interiores condicionan una menor o mayor probabilidad de propagación de virus.

SARS-CoV-2: transmisión por vía aérea

Definir un virus es tarea para científicos. Pere Estupinya lo define en su programa El cazador de cerebros del 19 de octubre de 2020 “Investigando frente a la covid19”:

El SARS COV2 mide entre 90 y 120 nanómetros, menos de la milésima parte de un cabello humano. Su genoma es una cadena de ARN con solo diez genes codificantes – los humanos tenemos alrededor de 20.000. Y las proteínas que lo envuelven son como pequeñas agujas que recuerdan la corona solar – de ahí su nombre “coronavirus”. Y vendrían a ser como el velcro. Se unen a unas proteínas de nuestras células llamadas receptores ACE2, que son clave en el estudio de la COVID, porque son la puerta de entrada de este virus a nuestro organismo. Es como un virus pegajoso.

Como ya vimos en nuestro primer post pandémico, el virus SARS-CoV-2 se propaga principalmente a través de pequeñas gotas – gotículas y aerosoles, que se liberan cuando una persona tose, estornuda, habla, grita o canta. Las gotículas infectan por impacto en los ojos, fosas nasales o boca, en un radio de acción de hasta 1-2 m. (de ahí la distancia de seguridad establecida).

Estas gotas no pueden permanecer suspendidas en el aire debido a su peso, lo que significa que caen rápidamente al suelo o una superficie cercana. En este sentido, la supervivencia de un virus en una superficie depende de una multitud de factores, como el tipo y naturaleza de la superficie y las condiciones de temperatura y humedad del espacio. Ésta es una de las vías de contagio de SARS-CoV-2, el contacto por fómites, que ha ido perdiendo peso frente a la transmisión aérea.

Las gotas más pequeñas viajan más lejos que las gotas más grandes, y permanecen en suspensión en el aire durante más tiempo en forma de aerosoles. Y son estos, los aerosoles, los que infectan por inhalación.

De acuerdo al artículo “A Rosetta Stone for Understanting Infestious Drops and Aerosols” de julio de 2020, los aerosoles se clasifican según el lugar en el que se depositan en el tracto respiratorio en:

  • Aerosoles respirables o material particulado <2,5 μm (PM2,5) – que son los suficientemente pequeñas como para alcanzar los bronquiolos.
  • Aerosoles torácicos o partículas <10 μm (PM10) – de mayor tamaño y capaces de penetrar en la tráquea.
  • Aerosoles inhalables o partículas totales en suspensión (TSP), de hasta 100 μm de tamaño.

La fracción de aerosol (respirable, torácica o inhalable) más importante desde el punto de vista de la salud depende del agente contaminante y del tejido sobre el que afecta. Para un virus que utiliza un receptor presente en la superficie de las células a lo largo de todo el tracto respiratorio, es probable que todas estas fracciones de aerosol sean importantes”. Por lo que controlar y monitorizar las partículas en suspensión ayudará a evaluar las condiciones del espacio interior.

Parámetros clave en la monitorización de la calidad del aire interior en relación con la propagación de virus

Visto todo lo anterior, la transmisión de virus en espacios interiores es compleja y diversa. Al margen de los parámetros biológicos que los definen y condicionan, el propio espacio interior puede condicionar su supervivencia y propagación. Las condiciones de renovación de aire son clave y por lo tanto conocer la eficacia de la ventilación a través de la concentración de CO₂, es la estrategia básica. Pero igualmente, será necesario conocer las condiciones de temperatura interior, humedad relativa y la presencia de partículas en suspensión, que como hemos visto, pueden ser el vehículo clave en el cual los virus viajan y se propagan en los espacios interiores.

En nuestro rango de confort de 20-25°C y 40-60% de humedad relativa el virus es muy estable. Hay estudios que afirman que una baja humedad relativa (por debajo del 40%) favorece su propagación por el aire y disminuye la resistencia de nuestro sistema inmunitario, de modo que mantener un ambiente bien humidificado siempre reducirá las consecuencias de un posible contagio.

Nuestro dispositivo MICA monitoriza en continuo estos cuatro parámetros, para informar sobre la eficacia de la ventilación y la probabilidad de propagación de un virus en un espacio interior.

¿Qué nos ha enseñado la pandemia?

Este artículo apunta que mejorar la calidad del aire interior (IAQ) y las estrategias de ventilación podría ser tan eficaz para reducir la transmisión de virus por aerosoles como vacunar al 50-60% de la población.

Titulares como este pueden tener muchos matices, pero lo cierto es que este año nos ha traído importantes aprendizajes además de una sensibilización sobre la importancia de los espacios interiores en relación con nuestra salud. Llevamos un año mejorando la calidad ambiental de nuestras viviendas y entornos de trabajo. Y no solo a corto plazo por una pandemia vírica, sino que a medio y largo plazo estas acciones tienen repercusiones directas y beneficiosas para nuestra salud y la de nuestros entornos construidos:

  • Reducción de las bajas labores debido a la epidemia de gripe y otras enfermedades respiratorias.
  • Mejora de la eficacia de los sistemas de ventilación en espacios interiores.
  • Mejora de las condiciones de trabajo y la salubridad de los espacios, que repercute en aumento en el bienestar de las personas trabajadores y usuarias, y en la mejora de su capacidad de atención, productividad y desempeño en el espacio de trabajo.
  • Optimización y flexibilización del horario laboral.
  • Sensibilización sobre la necesidad de incorporar elementos naturales en los espacios interiores, junto con el fomento de los espacios semi-exteriores (patios, terrazas, vistas, entorno natural, etc).

El reto, que la sensibilización que nos ha llevado a la acción de mejorar el ambiente interior de nuestros espacios construidos este último año, no se olvide cuando esta pandemia sea un borroso recuerdo. La calidad del aire interior es un derecho hoy, lo fue ayer, y lo será mañana.


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