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Por suerte (y también por desgracia) estamos todos y todas en casa estos días. Es tiempo de convivencia y conciliación de actividades laborales, ocio familiar, limpieza, bricolajes varios y gimnasia de salón. La vida entre cuatro paredes.
Hace pocos días nos preocupábamos por la boina de contaminación que se cernía sobre Madrid y Barcelona. Hoy nos deberíamos plantear si el aire de nuestro ecosistema actual es saludable. Y entre tanta reflexión, necesitamos acción para que nuestras cuatro paredes sean nuestro castillo, y no nuestra penitencia.
Hoy más que nunca y por varias razones:
Recomendación: si no tenemos un sistema de ventilación mecánica bien regulado intensificar la ventilación matutina, al menos 15 minutos. Ventilar durante o después de hacer ejercicio. Y por qué no, de nuevo antes de ir a dormir, para empezar la noche con un aire limpio y fresco. La calidad del aire influye en la calidad del descanso.
La condición para una óptima calidad del aire es estar entre un 40% y un 60% de humedad relativa. En invierno es habitual tener el aire interior de las viviendas por debajo del 40%, debido a que, cuando se ventila, el aire del exterior tiene un bajo contenido de agua.
Estos días, sin embargo, la producción de vapor en el interior de nuestra vivienda es elevada debido a nuestra respiración (cada uno de nosotros produce 70g de vapor de agua al día), a la cocina (hervido de agua), a las duchas…
Recomendación: ventilar ligeramente mientras cocinamos o nos duchamos.
COVID-19 enemigo público número uno. Hemos arramblado con 4 botellas de desinfectante de manos del MERCADONA, que nos aplicamos constantemente sobre la piel reseca.
Creemos que ha llegado el momento de extender la desinfección al resto de la casa, actuando con todo el ejército: lejía, desengrasantes, detergentes… Cuidado con los COVs, no vaya a ser que, a fuerza de acabar con los virus, acabemos con nuestros pulmones.
Recomendación: presta atención a los ingredientes en productos de limpieza, utiliza productos ecológicos preferiblemente, retira con agua el producto utilizado. Y retoma viejas costumbres: la limpieza con bicarbonato, vinagre y limón sigue siendo efectiva a la par que inocua.
“Ha llegado el momento”, piensas mientras pasas por quinta vez en la última hora frente a esa pared sin rematar o esa balda desprendida. Te pones manos a la obra, mientras la chiquillería se afana con “Pepa Pig”. Brochas, pinturas, cola, guantes… y el móvil con el último youtuber diciéndote cómo hay que hacer las cosas.
Recomendación: evita el uso de pinturas con alto contenido de COVs. Definitivamente no es el mejor momento para pintar la casa. Fíjate bien en las indicaciones de colas, esmaltes y otras sustancias que vayas a utilizar. Si huele mal cuando lo abres, la habitación va a oler mal unas horas/días. Hay cosas que pueden esperar dos semanas, sobre todo si llevan ahí tres meses.
Es conveniente disponer de un dispositivo que te permita visualizar la evolución de la calidad del aire y así actuar en consecuencia.
A partir de esa información podrás saber si estás ventilando adecuadamente, o si tienes otros focos de contaminación interna que desconocías. Y entonces, un purificador de aire con filtro HEPA, o algunas especies de plantas de interior, pueden ser tus aliados.